Lima. junio 05 de 2025.- Los que tenemos oportunidad de celebrar los avances tecnológicos que permiten acceder a servicios con un solo clic, en gran parte de América Latina ese “clic” aún depende de una infraestructura digital frágil, dispersa y desigual.

Así lo advirtieron especialistas de España y América Latina en el foro “Del clic a la infraestructura, decisiones clave para la economía digital”, donde se analizaron los principales cuellos de botella que frenan el desarrollo tecnológico en la región.

El gran cuello de botella: la infraestructura

Aunque la narrativa digital promete inmediatez, la realidad latinoamericana es otra, según datos citados en el evento, la inversión en infraestructura en la región ronda apenas el 1.8% del PBI, muy por debajo del 3% recomendado.

Esto impacta directamente en la capacidad de los países para sostener el crecimiento digital, desde la conectividad básica hasta servicios de última milla.

“Hoy se habla de todo en un clic, pero eso no es posible si no hay redes que lo sostengan”, afirmó Andrea Catalano, moderadora del sitio Web Telesemana, la brecha tecnológica no solo es técnica, sino estructural y cultural, como se afirma mucho la falta personal capacitado, hay procesos manuales obsoletos y escasa adopción de tecnologías más eficientes como redes preconectorizadas o microtecnologías de alta densidad.

Leandro Chalarca, de la Fiber Broadband Association, propuso soluciones que ya comienzan a consolidarse: las redes neutras. “Una empresa despliega la red pasiva y distintos operadores la usan para brindar servicios. Así se agiliza el despliegue y se reduce la inversión”, explicó.

Este modelo, que ya avanza en países como Brasil y Argentina, también enfrenta obstáculos: la saturación de infraestructura aérea (más del 80% de los despliegues en la región), falta de acuerdos regulatorios y altos costos de canalización subterránea.

Cristian O’Flaherty, vicepresidente regional de Internet Society, fue claro al decir, “La única forma sostenible de conectar zonas remotas es empoderando a actores locales”. En muchos pueblos, pequeños operadores o emprendedores locales pueden desplegar redes de fibra o Wi-Fi más rápido y barato que los grandes operadores.
Para ello, es importante ajustar las regulaciones, reducir la informalidad de los ISP y fomentar la colaboración entre grandes y pequeños proveedores. “Hoy todavía hay operadores que ven a los comunitarios como competencia. Deben verlos como aliados”, añadió O’Flaherty.

Desde el otro lado del Atlántico, María Jesús Caué Fuertes, vicepresidenta de AOTEC (España), compartió la experiencia de su país, líder en densidad de redes de fibra óptica en Europa. En zonas rurales, los despliegues se han hecho por fachadas de viviendas, con acuerdos vecinales y soluciones creativas: CTOs disfrazadas de macetas o cables pintados del color de la pared.

Pero advirtió que el principal obstáculo no siempre es técnico. “Lo que más cuesta es encontrar talento. Si tienes un buen técnico, cuídalo como oro”, dijo. En su experiencia, cuando hay voluntad política y organización local, incluso los municipios pueden construir su propio anillo de fibra, como sucedió en la comunidad foral de Navarra.
Educación y regulación: las piezas que faltan

Todos los expertos coincidieron en dos puntos críticos para el futuro de la conectividad

• Capacitación técnica.- Organizaciones como Internet Society y Fiber Broadband Association ya ofrecen cursos virtuales para operadores, gobiernos y estudiantes universitarios con raíces en pueblos desconectados.

• Mejoras regulatorias.- Sin cambios en las leyes y procesos burocráticos, muchos pequeños operadores seguirán en la informalidad o imposibilitados de expandirse legalmente.

¿Y el impacto? Volver a vivir en los pueblos

Para cerrar, María Jesús compartió el cambio más valioso que ha visto en las comunidades conectadas: “Las personas están volviendo a vivir en sus pueblos. Ahora pueden trabajar desde donde quieran, tener su tienda online o incluso teletrabajar frente a un acantilado. La conectividad ha devuelto vida al mundo rural”.

Ese es, tal vez, el verdadero clic que América Latina necesita, el que activa no solo la tecnología, sino el desarrollo social, económico y humano de sus comunidades más postergadas.